NOTA SOBRE LA CUESTION DEL VELO EN LAS PISCINAS

Desde la Asociación de mujeres musulmanas AL – Bidaya hacemos publico este comunicado despues de haber sido invitadas por varios medios de comunicacions para el debate sobre el velo en las piscinas.

Las mujeres que conformamos las entidades firmantes somos vecinas de muchos municipios vascos y participamos en la construcción de una Euskadi plural y diversa. Creemos en ella y consideramos que la diversidad ya es un hecho en Euskadi. Esta nueva realidad requiere de la generación de políticas específicas en materia de diversidad que hagan posible la convivencia en igualdad de derechos y deberes. 

Lo acontecido ayer en las piscinas públicas de Gamarra nos plantea una situación compleja que estamos analizando desde diferentes colectivos que formamos parte de esta sociedad y que nos podemos ver afectadas y afectados por normativas como la que plantea el señor Maroto.  En este sentido y con el objetivo de trabajar internamente en la construcción de vías que permitan una convivencia normalizada sin discriminación de ninguna índole, preferimos mantenernos al margen de pronunciamientos públicos. Asimismo, apelamos a la responsabilidad social de todos los medios de comunicación y pedimos respeto por la intimidad de la mujer que ha sido fotografiada sin su consentimiento en un espacio público.

LA JUNTA DIRECTIVA

 10 de junio de 2014

El “velo integral”: por el derecho a decidir de las mujeres

Durante las últimas semanas, la derecha —e incluso alguna gente que dice ser de izquierdas— ha puesto en primer plano el “velo integral”, es decir el burca y el nicab. El burca, que sólo deja ver a través de una rejilla, procede únicamente de Afganistán, donde la ocupación militar de la OTAN, incluyendo tropas españolas, no ha liberado a las mujeres en este ni en ningún otro aspecto. El nicab, originalmente del Golfo Pérsico, es la prenda con una raja entorno a los ojos.

Al atacar el “velo integral”, parece que, por ahora, la derecha reconoce sus dificultades para prohibir el hijab. Son demasiado obvias las incongruencias de intentar impedir que una musulmana se tape el pelo con un pañuelo, prenda que difiere poco de la utilizada toda la vida por algunas mujeres mayores del campo o de la que aún llevan algunas para asistir a misa, mientras que el Estado incluso subvenciona a la iglesia católica cuyas monjas tienen que cubrirse de forma mucho más restrictiva.

Les es más fácil iniciar el ataque contra el burca y el nicab. Mientras que bastantes feministas defienden el derecho de las musulmanas a llevar el hijab, con el velo integral hay muchas más que aceptan el argumento de que su prohibición supondrá alguna liberación para las musulmanas. Pero en el fondo, los mismos argumentos contra la prohibición del hijab se aplican al burca y al nicab.
Una diferencia importante es que, mientras que muchas musulmanas en Europa llevan el hijab, muy pocas llevan algún tipo de velo integral. Se calcula que en Lleida, donde el ayuntamiento quiere prohibir el burca, sólo hay seis mujeres que lo llevan; si el objetivo fuera protegerlas, sería más efectivo ir a hablar con ellas personalmente, antes de abrir todo el debate y presentar resoluciones en el ayuntamiento. Evidentemente, la propuesta responde a otros fines.

Para la derecha, el motivo de la prohibición es bastante obvio. La impulsan los mismos partidos que apoyan la “guerra contra el terror”, con casi 3.000 civiles afganos muertos el año pasado; los partidos que respaldan la política asesina de Israel contra el “fundamentalismo islamista” de Hamas (el gobierno democráticamente elegido por el pueblo palestino); los que encarcelan durante años y sin pruebas a vecinos musulmanes del Raval. A estos partidos no les interesa la libertad ni los derechos de las mujeres, ya sean musulmanes, cristianas, ateas… Quieren restringir el derecho al aborto, quieren limitar la educación sexual en las escuelas, sólo por poner algunos ejemplos.

Cuando dicen que la prohibición del burca tiene el objetivo de liberar a las musulmanas, su hipocresía es sobrecogedora. Si realmente quisieran liberar a las musulmanas que viven en Europa, empezarían por garantizar su derecho a papeles, trabajo, cursos de formación… sin las barreras impuestas por las leyes de extranjería.

Si hay que prohibir el burca, ¿por qué no se prohíben las procesiones de semana santa? Las capuchas estilo Ku Klux Klan deben suponer el mismo atropello a la libertad, o a la seguridad ciudadana, que el burca. “Es diferente”, dicen algunos, “es sólo una semana” dicen otros. Lo obvio es que nos encontramos, no ante un principio, sino ante un prejuicio.

Esto lo esperamos de la derecha. Pero ¿por qué tanta gente de izquierdas respalda estas prohibiciones, impulsadas por el PP y CiU, e inspiradas directamente por la fascista Plataforma per Catalunya, como ha insistido su “führer”, Josep Anglada?

Es difícil entenderlo. Si defendemos el derecho de una mujer a decidir si quiere abortar, si quiere ponerse un piercing, hacerse un tatuaje, o incluso someterse a cirugía estética, ¿por qué no defendemos su derecho a decidir qué se pone en la cabeza? Hay presiones culturales en la cuestión del velo, sí, pero también las hay en los demás casos: no es casualidad que hace 10 o 20 años, casi ninguna mujer llevaba el ombligo a la vista y con piercing, y ahora es bastante típico.

¿Me cuesta entender por qué una mujer quiere llevar el burca? La verdad es que sí, pero esto no me otorga el derecho a obligar a una musulmana a vestirse de acuerdo con mis normas, de la misma manera que yo no tengo que vestirme según las suyas.

El problema es que se trata de tradiciones culturales diferentes a las dominantes en Occidente; esa cultura occidental ilustrada que nos dio el comercio de esclavos, el Holocausto y la bomba nuclear. Y no es lo mismo defender el derecho a decidir, por sí misma, a una mujer occidenta —preferiblemente con estudios universitarios—, que dar el mismo privilegio a una musulmana de origen campesina y/o pobre.

Porque no se trata de “velo sí” o “velo no”, sino del derecho de las mujeres a decidir por sí mismas, y sin imposiciones: una izquierda consecuente debe defender este derecho en Europa, Afganistán, Arabia Saudita o en cualquier otro lugar.

Con todo, las contradicciones de estos progres selectivos no son tan nuevas. A principios del s.XX, gran parte de la izquierda defendió las intenciones civilizadoras del colonialismo; en 1914 estas mismas fuerzas respaldaron la nada civilizada Primera Guerra Mundial. Fueron los revolucionarios, —Lenin, Luxemburg, Trotsky y otros— los que rechazaron este doble rasero, y se opusieron al imperialismo en todas sus facetas.

La cuestión del velo integral es igual de sencilla. ¿Se está con la derecha, con el Estado capitalista y racista, hasta con los fascistas? ¿O se defiende el derecho a decidir de las musulmanas? Si se es de izquierdas, la respuesta  la Guerraes fácil.

David Karvala es militante de En lluita y miembro de la Plataforma Aturem

El PP quiere tapar su Gürtel creando polémica en torno al velo

El discurso islamófobo de muchos militantes del PP demuestra más ignorancia, superficialidad y chulería que conocimiento y tolerancia
Opinión – 24/04/2010 9:44 – Autor: Ahmed Hijazi – Fuente: Mundo Árabe
Espernaza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid.

Espernaza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid.

No se nos olvida que Esperanza Aguirre da importantes cantidades de dinero a colegios religiosos y ultra conservadores, y que hace lo mismo y cede suelo al Opus Dei que separa a sus alumnos por sexo, pero aún así la familia de Najwa debe respetar las normas del colegio y luchar por el respeto a la libertad religiosa.

Ya sabemos que, desde la época de Aznar, el PP no guarda ninguna simpatía hacia los árabes y musulmanes, y mucho menos hacia los musulmanes españoles. Es más, las amistades peligrosas de Esperanza Aguirre y sus andanzas por Israel, además del boicot a las actividades de una institución española importante como Casa Árabe, nos revelan donde se sitúa ella y su partido que todavía no ha pedido perdón por una guerra criminal en la que fueron pisoteados los Derechos Humanos de millones de mujeres y hombres iraquíes.

No cabe ninguna duda de que el PP, al verse atrapado en medio de la corrupción de decenas de sus cargos, ha asumido los postulados de la extrema derecha, utilizando la xenofobia y la ignorancia, con el fin de desviar la atención de sus problemas internos.

Los españoles sabemos que la educación en este país no es laica y a muchos nos gustaría que lo fuera para que, entre otras cosas, se ponga fin a la discriminación religiosa y al señalamiento permanente contra aquellos que no proceden de la misma religión y gozan de más de una cultura.

Resulta irónico que el mismo partido que fomenta los colegios religiosos y se opone al derecho de las mujeres al aborto, a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, a los derechos humanos de gay y lesbianas, a la Ley de Igualdad y la laicidad del Estado, ahora quiera presentarse muy preocupado por la libertad de las musulmanas españolas.

El discurso islamófobo de muchos militantes del PP demuestra más ignorancia, superficialidad y chulería que conocimiento y tolerancia. Ni convence ni cuela el cuento de defensor de las libertades de este partido, porque los 10 colegios de los Legionarios de Cristo -los de Marcial Maciel, el pederasta-, los 73 del Opus Dei, y los 5 colegios de la integrista Asociación Católica de Propagandistas, cuya educación no se diferencia en nada a la educación que imparten los islamistas fundamentalistas, reciben subvenciones de instituciones gobernadas por el Partido Popular e, incluso, algunos de los hijos de sus dirigentes estudian en ellos.

El velo está sirviendo al PP como una cortina de humo, permitiendo a sus dirigentes, tras semanas de escondidos, hacer cola ante los micrófonos para hablar de musulmanes en lugar de dar explicaciones sobre la corrupción que le tiene agujereado, sobre el recorte de gastos en la escuela pública, sobre el abandono escolar que roza la cifra del 30% y, lo que no es menos importante, los millones de euros que dan a organizaciones religiosas fundamentalistas que operan en España, África y América Latina.

Sólo un modelo de escuela pública y laica es la garantía de extender los valores de igualdad, tolerancia y pluralidad, evitando la discriminación por raza, sexo, o creencia religiosa. El papel del Estado es crucial en esta tarea, porque los criterios selectivos basados en una sola creencia religiosa y un modelo cultural absoluto que no admite la diferencia, reflejan un pensamiento único, estrecho y excluyente.

Tanto Najwa como su familia han de saber que, desde el respeto a las normas y la moderación, se puede luchar en defensa de la libertad religiosa y contra la xenofobia. Seguirle el juego al PP y sus dirigentes gürtelistas, haciendo caso a la demagogia y el populismo islamófobo, es darle alas al fundamentalismo y echarle mano a la derecha arcaica que pretende esconder su corrupción bajo un trozo de tela.

Ahmed Hijazi es editor de www.mundoarabe.org

El velo prohibido

Bajo diferentes excusas en la prohibición o persecución del uso del velo islámico se esconde el racismo y el antislamismo eurocéntrico y yankee

Opinión – 16/11/2009 7:32 – Autor: José Luis Forneo – Fuente: cuestionatelotodo
Bajo diversas excusas se da una coincidencia fundamental que significa todo lo contrario a lo que se pretende, es decir, la discriminación de la libertad individual de determinadas personas.

Bajo diversas excusas se da una coincidencia fundamental que significa todo lo contrario a lo que se pretende, es decir, la discriminación de la libertad individual de determinadas personas.

No sé cómo definirlo exactamente, si como eurocentrismo, o como fanatismo cristiano de las falsas sociedades laicas, o como islamofobia, o simplemente como racismo, pero, sea como sea, una ola de discriminación contra las mujeres que llevan velo por motivos religiosos (y según qué religión) recorre Europa (que es expresión de un resurgimiento del fascismo en todo el viejo continente). Bajo diversas excusas se da una coincidencia fundamental que significa todo lo contrario a lo que se pretende, es decir, la discriminación de la libertad individual de determinadas personas por motivos de raza o religión.

Algunos aducen la justificación de que en un estado laico no se pueden exponer símbolos religiosos, en una concepción limitada e interesada del laicismo. Una cosa es que una cruz o un símbolo religioso cualquiera presida un parlamento, una clase en una escuela pública, o una oficina en un ministerio, como si todos los ciudadanos compartieran esa religión, y otra que cada cual lleve colgando una cruz, un pendiente en forma de buda, una sotana o un velo (como una decisión privada y personal).

Los argumentos de otros se basan en la dignidad de la mujer, confundiendo que una cosa es un burka, que claramente afecta a la dignidad personal de la persona que lo porta, y otra un velo que alguien se pone por el motivo que elija, tanto esteticos como religiosos. Tambien afecta a la dignidad de la mujer, y mucho más, que se le prohíba decidir sobre su propio cuerpo (que es suyo, y no del vecino, ni siquiera del marido), o que gane bastante menos que otro que realiza su mismo trabajo sólo porque ella no tiene pene, o que se limite su acceso a los puestos de responsabilidad por la misma causa, y no se prohíba que esto ocurra.

Los terceros son los que abiertamente defienden un supuesto carácter cristiano de Europa frente a la invasión islámica, y por ello todo símbolo o rasgo cultural que provenga de allende el Mediterráneo es asumido como una agresión contra la raza o la historia nacional-continental. Precisamente hoy he leído una noticia en la que un barrio de Sevilla protestaba porque allí se construía todo lo que los demás no querían, una incineradora, un centro de drogadictos y, vaya por dios -nunca mejor dicho- una mezquita. En la foto salía alguien con un cartel donde escribía «Mezquita No» (algo parecido, o más grave, es lo que sucede en Suiza, donde se va a votar en un referendum si se permiten más mezquitas o no).

Aunque de estos tres grupos posibles, aunque seguro que alguno se me olvida, unos son más vomitivos que otros, es decir, abiertamente fascistas, pero en el fondo todos comparten la misma enfermedad intrínseca: el miedo al otro, el temor a perder la seguridad que ofrece la uniformidad, la amenaza que supone que otros no crean o vistan o piensen como nosotros, y que por lo tanto, cuestionen nuestro propio fanatismo.

Como demuestra Michel Foucault en su obra «Historia del Racismo», la excusa de las religiones o del color de la piel es, siempre, después de eliminar todas las capas de argumentos y justificaciones, una expresión del poder, de la jerarquía, de la conciencia o esperanza de superioridad unos sobre otros. Y, sobre todo, un reto a nuestra ausencia de autocrítica, puesto que los privilegios que intentamos racionalizar para entenderlos como «merecidos», por nuestro lugar de nacimiento, por nuestra verdad propia, por nuestros actos, como no, justos, se ponen en entredicho cuando otro piensa diferente, viste diferente, o cree en algo diferente.

Nadie echa de un juicio a un cura por llevar sotana (como hizo estos días el juez Bermúdez porque una abogada llevaba velo en la vista), o nadie cuestiona que una monja entra con su uniforme en la universidad o el colegio, e incluso a algunos les parece evidente que en el ayuntamiento de su ciudad las salas estén llenas de cruces, o que las festividades religiosas católicas se paralicen ciudades y pueblos en Semana Santa. Eso sí, si la que lleva el velo es mujer, musulmana, de piel oscura y, ya que comparte las anteriores características, seguro que es parte o apoyo de alguna célula de Al-Qaeda, hay que prohibir que ande por ahí de esa guisa si es que todavía no la han enviado a Guantánamo

Una sociedad intercultural no debe prohibir el uso de símbolos propios

El Día, Juan Manuel Fernández del Torco Alonso *, 2008-07-04

La Excma. Sra. ministra de la Igualdad ha puesto recientemente sobre el tapete político y social, el hecho del uso del velo por parte de la mujer musulmana por entenderlo como un hecho discriminatorio. Y ello es sólo una verdad a medias, porque si bien es cierto que el uso de éste simboliza, en cierto modo, la discriminación de la mujer no es menos cierto que su uso también representa para muchas mujeres musulmanas la defensa de una identidad, con cuya limitación se postula la xenofobia y la islamofobia, puesto que hay mujeres que están utilizando el velo en su lucha contra la discriminación de género.

De esta última afirmación nos surgen ciertos interrogantes a las que hemos de dar respuesta. ¿Se corrige la discriminación prohibiendo el velo? ¿Se ataca a la discriminación eliminando aquello que sólo es un símbolo externo de la misma? Estas preguntas nos obligan a reflexionar un poco sobre los efectos que puede tener la prohibición.

En el caso de Francia, se ha comprobado que el efecto más importante que tuvo la adopción de la medida fue la prohibición de uso en las escuelas públicas y, sin embargo, en el país galo no proliferaron las escuelas privadas musulmanas. Por tanto, a las chicas no se les brindó ni siquiera la posibilidad de decidir por sí mismas quitarse el velo, porque allí no se permite su utilización. El efecto inmediato a tal prohibición fue el reforzamiento del simbolismo identitario del velo, y su uso se convirtió en una reivindicación en la que se implicaron todos los musulmanes.

Es indudable que la prohibición también genera efectos negativos ante los colectivos de mujeres musulmanas que luchan contra la discriminación. Así se observa que muchas de ellas, tanto en Europa como en los países árabes, han adoptado como símbolo de la lucha en pro de la equiparación de derechos y por la ocupación igualitaria del espacio público respecto a los hombres, el uso del velo, al considerar que su utilización facilita su lucha y sus objetivos.

Y por el contrario, estiman que con la prohibición se devuelve al hombre a posiciones prominentes, trasladando el centro del debate del terreno de la discriminación de la mujer, al plano de la defensa de la identidad religiosa.

Confesionalidad religiosa expresamente reconocida por el Estado Español, en 1993, y ante tal circunstancia, el efecto directo de la prohibición del uso del velo no cabe entenderlo, ni considerarlo, como una mera prohibición de utilización en centros y recintos públicos, como si fuera una situación análoga a la prohibición de fumar, sino que esta limitación de uso constituye un algo más, en cuanto que implícitamente viene a negar la interculturalidad de la que tanta gala se ha hecho desde el Gobierno Zapatero.

Olvidando con tal propuesta, aunque sean meros sondeos, que el fenómeno intercultural es algo más que la mera coexistencia o el diálogo de culturas; es una relación sostenida entre ellas. Es una búsqueda expresa de superación de prejuicios, del racismo, de las desigualdades y las asimetrías que caracterizan al país, bajo condiciones de respeto, igualdad y desarrollo de espacios comunes.

Y una sociedad sólo cabe adjetivarla de intercultural cuando en ella se dé un proceso dinámico, sostenido y permanente de relación, comunicación y aprendizaje mutuo. Donde medie un esfuerzo colectivo y consciente en pro del desarrollo de las potencialidades de personas y grupos que tienen diferencias culturales, pero sobre una base de respeto y creatividad, superando actitudes individuales y colectivas que mantienen el desprecio, el etnocentrismo, la explotación económica y la desigualdad social. Luego, la interculturalidad no es la simple toleración recíproca, ni meramente reconocer al “otro” sino entender que la relación enriquece a todo el conglomerado social, creando un espacio no solo de contacto sino de generación de una nueva realidad común, con los aspectos más atractivos de todas las culturas, al tiempo que favorece la eliminación progresiva de prejuicios y resistencia mutuos.

  • Presidente del Centro Independiente de Canarias (CICAN)

Pañuelos en la cabeza y velo en los ojos

Por abdul haqq salaberria


Cada vez son más las musulmanas y musulmanes que estamos en contra del velo. Pero no el que se ponen en la cabeza voluntariamente las mujeres, que no vela nada sino todo lo contrario, hace explícita una forma de vida, sino el que pretenden obligarnos a ponernos delante de nuestro ojos a todos los ciudadanos para velarnos la realidad de lo que debatimos. Discutir sobre un trozo de tela es desviar la atención sobre el verdadero debate. Es hacer exactamente lo mismo que se critica a regímenes islamistas cuando se rayan con el tema de la vestimenta de sus mujeres.

Nunca fue un tema de gran interés para los musulmanes cuando estaban organizados políticamente bajo la forma genuina de Califato. Si examinamos la jurisprudencia clásica, el capítulo destinado a cuestiones de vestimenta tiene mucho menor rango que el dedicado a la alimentación, o a aspectos relacionados con la limpieza. Lo que realmente preocupaba, como preocupa a cualquier sociedad, era el mantenimiento de unas prácticas comerciales justas, la persecución de la usura como indicio de corrupción social, y unas prácticas religiosas sociales ejemplares, así como la recaudación de los impuestos sin saltarse las limitaciones establecidas por la Sharia. El justo equilibrio entre el orden social y la libertad individual era el meollo de la cuestión de aquella sociedad como lo es el de la nuestra.

El debate de fondo que todos quieren evitar inventándose falsos debates es el de decidir quién valoriza y en base a qué legitimidad lo hace.

El debate de la vestimenta es falso, no porque lo digamos los musulmanes; lo dice la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Constitución, y el sentido común, que es la norma de convivencia humana perfeccionada durante milenios. Todo el mundo puede vestir como le dé la gana, con pocas excepciones: vestir de agente de la autoridad sin serlo puede crear problemas de orden público; ir exhibiendo la militancia nudista por la mitad de la vía pública se ha consensuado que ofende al buen gusto… Pero fuera de estas pocas excepciones estamos acostumbrados a ver de todo por la calle.

Si yo defendiera que las monjas deberían desprenderse de sus hábitos porque éstos representan una manifiesta carga represiva contra la mujer en el seno del catolicismo, me dirían, con razón, que estoy meando fuera del tiesto. Habrá monjas que llevarán los hábitos por rutina. Otras, la mayoría, que se los pondrán con un orgullo especial en una época difícil para profesar la fe de forma tan exigente y manifiesta. Puede que haya monjas que se los pongan por imperativo legal de su orden, aunque bien les gustaría ir algo más frescas por la vida. Los votos son voluntarios. Evidentemente, si no lo fueran, deberían denunciarse.

Del mismo modo si una musulmana en España lleva pañuelo obligada por su marido, familia, jefes o jefas, puede denunciarlo ella o podemos denunciarlo el resto de los ciudadanos. Por lo demás, si no hay coacción, puede ir enfundada en un burka. Eso sí, no sería lógico que pretendiera aspirar a superar las pruebas de selección de personal de Iberia, ni que denunciara a la compañía por discriminación. En este caso la que discriminaría sería ella: entre pasar desapercibida o vestirse a su antojo. El mismo derecho que tiene ella para vestir como le venga en gana tendría Ibera para poner los criterios de selección que le convengan, siempre que no discriminen por razón de sexo, raza, creencias, etc. Pero sí pueden discriminar por razones de vestimenta, incluso de talla o de edad. Legalmente es posible.

Zanjada pues esa cuestión básica sobre los límites de la libertad individual como está por nuestras normas ¿por qué debatir una y otra vez sobre el pañuelo, mal llamado velo, de las musulmanas? Algo huele a chamusquina, que decíamos cuando éramos críos. A ver, ¿no será que lo que se está debatiendo aquí es otra cosa? Yo creo que sí. Lo que molesta no es una prenda de vestir. Lo que molesta es que alguien, a estas alturas, siga diciendo que la religión es central en su vida. Ahí está clavo.

Lo sé porque a mí me choca lo mismo ver a un cura con sotana por la calle, y eso que me crié oliendo a naftalina de convento. En tiempos de Franco era normal, pero ahora, «¡Ojo, fundamentalista del Opus Dei a babor!». Si es franciscano la cosa cambiaba algo: «¡Mira, Obi Wan Kenobi!». La verdad es que cada vez se ven menos, pero estoy seguro de que según vayan viéndose más pañuelitos en las cabezas de las musulmanas se comenzarán a ver más alzacuellos, sotanas y escapularios. ¿Es eso peor que ver algunos tatuajes francamente imbéciles en miembros y miembras de nuestro vecindario? Al menos el pañuelo o la sotana no son ambiguos en su mensaje, pero otras expresiones sí lo son. ¿Qué debo interpretar cuando veo a un cuello lleno de pinchos? ¿Cuidado con el ciudadano o ciudadana, que muerde? ¿Es la manifestación externa de una opción sexual? ¿Es sólo una elección estética? Supongo que habrá que preguntar antes.

La sociedad laica se considera a sí misma en un estadio evolutivo avanzado y superior respecto a la sociedad confesional. Puede ser cierto si consideramos superada la religión como una imposición formal o como la institucionalización de lo espiritual. En este sentido, el laicismo debería ser la expresión de una espiritualidad genuina, libre de ataduras formales. No negaría la espiritualidad del ser humano sino la rigidez estructural religiosa. Pero eso es la teoría. En la práctica, el laicismo se ha transformado en otra religión, igualmente retórica y ritualizada, igualmente reaccionaria, igualmente proselitista, igualmente totalitaria.

* Delegado en Euskadi de la Fundación European Muslim Union

fuente: http://www.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2008/06/30/opinion/d30opi5.1150929.php

Sellam pide a Aido que rectifique y no hable del velo si no conoce el asunto

Sur, EFE, 2008-06-27

La Asociación Intercultura defendió ayer el uso del velo islámico por parte de las musulmanas, ya que «es una seña de identidad y una opción personal» que asumen quienes siguen al Islam.

Así lo expuso Yonaida Sellam, la presidenta, en un comunicado de respuesta a la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, que criticó que en España los hombres árabes vayan vestidos al modo occidental mientras ellas llevan vestidos largos y pañuelos. Desde Intercultura se insta a la ministra a retractarse y a pedir disculpas, al tiempo que se solicita a la titular de Igualdad que «no hable de lo que desconoce».

«Cabría preguntarle a la ministra», añade Sellam, «si las musulmanas deben llevar minifaldas o escote para ser respetada». Además, recuerda a Aído que su misión no es la de hacer «discursos discriminatorios como hacía el PP con su contrato de integración». Según la presidenta de Intercultura, el uso del velo islámico debe de ser un derecho de elección, consagrado en la propia Constitución española.

Al respecto, la secretaria general del Partido Popular insistió en que su formación no se opone al uso de esa prenda siempre que se lleve con libertad. Dueñas afirma que el PP «estará en contra» cuando sea «impuesto de manera coercitiva».

MUJERES CON PAÑUELO


Mujeres con pañuelo

Martes 10 de junio de 2008

Hora de emisión: 22:45h

Canal: La 2 de TVE

Hace algo más de un año, tras un contacto mantenido con unos periodistas a raíz de un reportaje sobre la integración, nació la idea de hacer un documental íntegramente sobre el velo y la mujer musulmana en España, todo ello, porque una de las que aparecían en el reportaje afirmó que para ella el velo es libertad, una afirmación que sin lugar a duda les impactó.

Poco tiempo después y sin guión previo, empezó la grabación de “Mujeres con pañuelo”, los hechos transcurren casi de manera íntegra en un viaje que un grupo de amigas emprenden rumbo a Granada. En el reportaje, se intenta mostrar el día a día de cada una de esas mujeres, en sus trabajos, universidades, casas, ocio y demás quehaceres.

Como se puede percibir a través del título, el tema principal es el pañuelo “El Hiyab”, pero están presentes otros asuntos aunque en menor medida, como el aspecto espiritual, las relaciones familiares, la amistad, el matrimonio, los estudios, el trabajo, la integración, los sueños y anhelos…etc.

En el documental se podrá ver a musulmanas de nacimiento que vinieron a España a una avanzada edad, a quienes lo hicieron siendo niñas, y a muchas que son españolas de nacimiento y musulmanas de religión, en este ultimo grupo, están las hijas de musulmanes, las de segunda generación, y las que abrazaron el Islam y retornaron a él.

Nosotras, las que salimos en el documental, Ahlam, Amal, Lamiae, Laila, Silvia, Nadia y Zainab, os invitamos a ver este trabajo que supone una iniciativa sin precedente en nuestro país, y más en un programa de tan larga trayectoria y reconocido prestigio como lo es “Documentos TV”.

Quizá muchos estén en desacuerdo con nuestras ideas y forma de plantear las cosas, todo es criticable, pero queremos hacerles llegar que en este trabajo, se puso mucha ilusión y sobretodo la buena y sincera intención, la idea no es presentarnos como representantes de los musulmanes en España, sino simplemente corregir los diferentes equívocos que hay, y más sobre la mujer, y que se conozca cada vez más a la amplia comunidad musulmana de España.

Os invitábamos de nuevo a verlo, porque creemos que eso ayudará a que haya más producciones de este estilo, la audiencia es el juez en este tipo de cosas, partiendo de esto último, deciros que en caso de que veáis oportuno escribir a la cadena en concreto, no dudéis en hacerlo, es más, os animamos a ello; y también que en caso de que tengáis criticas, opiniones, ideas o cualquier cosa que nos queréis hacer llegar, lo podéis hacer a través del e-mail de nuestra asociación: fdvmadrid@yahoo.es o en asoctayba@yahoo.es

Sin más, nos despedimos con la esperanza de que el documental sea de vuestro agrado, y anhelando que sepáis perdonar y excusar algún posible error en el que hayamos podido caer.

Nota: Los que no podrán verlo a través de la TV, lo pueden hacer una vez que se emita en en este link http://www.rtve.es/alacarta/index.html?canal=CTV_LA2 o en este, en la sección de Videoteca Videoteca: Documentos TV

El Hiyab: Develando el misterio del velo

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En una sociedad donde se expone el cuerpo y la intimidad de una mujer públicamente, donde la desnudez de algún modo simboliza la expresión de la liberación femenina, y donde los hombres llevan a cabo sus más depravados deseos sin ningún límite, cuesta poco entender por qué muchas mujeres musulmanas deciden llevar el hiyab, o velo.

Sin embargo, las generalizaciones sobre el Islam y los musulmanes que llenan los medios de comunicación – y la mente de muchas personas – hoy en día, estigmatiza injustamente a la mujer musulmana que se cubre considerándolas oprimidas o fanáticas y fundamentalistas. Estas consideraciones están gravemente erradas y son totalmente imprecisas. No sólo se mal interpreta el fuerte sentimiento de estas mujeres hacia el hiyab, sino que también se desconoce el coraje y la identidad que les brinda.

Dentro de los prejuicios más comunes, se cree que la mujer musulmana que lleva hiyab está forzada a hacerlo. Nada puede estar más lejos de la verdad. Ciertamente la decisión final de llevar hiyab no se alcanza tan fácilmente y normalmente lleva días de meditación, de temor a consecuencias y reacciones adversas y finalmente un gran coraje al momento de decidir. Llevar hiyab es una decisión personal e independiente que surge de apreciar la sabiduría que subyace en la orden de Allah y del deseo sincero de complacerlo.

«Yo creo que Allah está complacido conmigo por llevar el hiyab, si no, no lo llevaría. Creo que a un nivel más profundo hay algo hermoso y dignificante. Sorprendentemente, el hiyab ha traído dimensiones de belleza y de alegría a mi vida», dijo Mohja Kahf, asistente de cátedra en la Universidad de Arkansas, USA. «Para mí, el hiyab es un regalo de Allah. Me da la oportunidad de acercarme a Allah y también me permite identificarme y ser reconocida como musulmana», dijo Fariha Khan, 18, Meryland, USA.

A pesar de esto, con el reconocimiento se aviene una gran responsabilidad tanto o más visible aún: ellas son representantes del Islam y de los musulmanes. A cualquier lado que van, tanto musulmanes como no musulmanes las reconocen como seguidoras del Islam.

Pero la responsabilidad más grande es entender que el hiyab es mucho más que un simple velo o pañuelo, ya que lo que realmente importa es la modestia y el decoro interior. El sistema de moral interior le da significado al velo externo. La moral de la mujer musulmana se ve en sus actos, en el modo de vestirse, de hablar, etc. Sólo cuando la modestia interna se manifieste a través del hiyab, las hermanas podrán representar a los musulmanes de acuerdo con el hermoso ejemplo del Profeta Muhammad (con él sea la paz) y de sus virtuosos compañeros.

«Por sí solo, en algún punto, el hiyab es solamente un pedazo de tela. No creo que deba tomarse como signo exclusivo de la moral de una mujer o de su fe. Es todo el contexto que la rodea, su comportamiento, su moral, lo que le da más significado al hiyab», dijo Kahf en un foro de Internet.

Saba M. Baig, de 21 años, recientemente se graduó de la Universidad de Rutgers en New Jersey, USA. Saba tenía 17 años cuando comenzó a usar el hiyab seriamente y aún siente que está aprendiendo el significado del hiyab interior. «Mi mayor descubrimiento fue que el hiyab no se trataba de simplemente ponerme un pañuelo en la cabeza, sino más bien un velo en mi corazón», dijo Baig. «El hiyab es mucho más que cubrirse el pelo, eso es la parte más simple. Tiene mucho que ver con la modestia y la forma en que uno se presenta».

«En esta vida, no podría pensar en algo mejor que ser musulmana, y el hiyab es un signo que me lo recuerda permanentemente. El hiyab es muy importante y significa todo para mí cuando lo llevo puesto», dijo Khan.

«Desafortunadamente también tiene su lado negativo: te discriminan y te tratan como si estuvieras oprimida… La gente no entiende que llevo mi hiyab por Allah y porque quiero llevarlo», dijo Imaan, quien recientemente abrazó el Islam en Australia.

A pesar de todo, la sociedad en general es lo que define la imagen del hiyab. «Para muchas de nosotras en Estados Unidos, una sociedad en donde se impone la desnudez de la mujer, ponerse el hiyab ha sido una experiencia liberadora. Para nosotras, el hiyab significa no conformarnos con un modo de pensamiento injusto», concluyó Kahf.

Para muchas mujeres, el hiyab es un recuerdo permanente de que no deben diseñar sus vidas y sus cuerpos para los hombres, como muchas están acostumbradas. «Antes de comenzar a cubrirme, yo pensaba de mí misma lo que los otros pensaban de mí. Veo que eso es frecuente en muchas mujeres cuya felicidad depende de lo que los otros piensan, especialmente, de lo que piensan los hombres. Desde esa época, mi opinión de mí misma ha cambiado mucho y he adquirido más respeto. Saber que Allah me encuentra bella es lo que me hace sentir bien», dijo Baig con sus ojos llenos de emoción.

Más aún, vestirse modestamente y llevar hiyab son medidas de precaución para evitar que se corrompa la sociedad. Contrariamente a lo que se cree, esto no se limita sólo a la mujer. Antes de la aleya que dice que el hombre debe bajar su mirada, dice:

«Y diles a los hombres creyentes que bajen sus miradas y que guarden sus partes privadas. Eso es más puro para ellos. Es cierto que Allah sabe perfectamente lo que hacen». (Corán 24: 30)

Asimismo, el Profeta de Allah (la paz sea sobre él) dijo:

«Para quienes puedan garantizar la castidad de lo que hay entre sus dos mandíbulas (la lengua) y lo que hay entre sus dos piernas (las partes privadas), les garantizo el Paraíso». (Transmitido por Sahl ibn Sa’d en Sahih Bujari)


No se usa el hiyab por los hombres, para oprimir sus deseos ilícitos, sino que la mujer musulmana lleva el hiyab por Allah y por ellas mismas.
El Islam es una religión de moderación, de balance entre dos extremos opuestos, en consecuencia, no espera que sea sólo la mujer quien mantenga la moral de la sociedad, sino que el Islam le pide tanto al hombre como a la mujer que ambos luchen para crear una atmósfera social saludable donde los chicos puedan crecer con valores y conceptos positivos, hermosos, constructivos y prácticos. A los hombres también se les exige que sean piadosos y que se conduzcan con responsabilidad en cada aspecto de sus vidas.

De hecho, en esta sociedad, no se puede negar la necesidad de que el hombre mantenga su mirada recatada. Le preguntaron al Profeta (la paz sea con él) sobre la mirada de un hombre si mira inadvertidamente a una mujer desconocida, el Profeta (la paz sea con él) contestó: «Voltea tus ojos en otra dirección» (Transmitido por yabir ibn Abdullah en Sahih Muslim) En otro de sus dichos, el Profeta (la paz sea con él) le llamó la atención a Ali por mirar a una mujer por segunda vez, le dijo: «La segunda mirada es del demonio».

El concepto del recato y el hiyab es bastante abarcador en el Islam y comprende tanto al hombre como a la mujer. El objetivo principal es para mantener la estabilidad social y para obtener así la complacencia de Allah. Debido a que las mujeres musulmanas son más conservadoras en su forma de vestir, normalmente la gente las ve como estereotipos difundidos por los medios de comunicación y muchas personas que desconocen el Islam ven a las hermanas que se cubren como mujeres misteriosas y no como quienes siguen los preceptos Divinos. Esta aura de misterio no desaparecerá hasta que se explore el estilo de vida, la creencia y los pensamientos de la mujer musulmana, y francamente no se logrará hasta que no se pierda el temor de acercarse a una musulmana o a cualquier musulmán para aprender con respeto sobre su forma de pensar.